Clarissa apunto a su blanco y observo a la liebre que comía entre dos arboles del espeso bosque. Siguió un momento de desorientación en el que el mundo quedo desenfocado, luego, en el corto espacio de tiempo que puede ser un minuto, percibió el corazón del animal, la escasa luz, el sonido y los olores del bosque se esfumaron, sin dejar otra cosa que la liebre y las tenues palpitaciones del corazon de la joven.
Despacio, de un modo deliberado, flexiono sus piernas, sus manos arañaron la mullida ...
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